Miguel Ángel Borja no sólo es un delantero tácticamente out of context en relación a las necesidades de este River. Porque tiene seis meses y tres días más de vínculo con un club en el que -a menos que se dé un inesperado giro de 180° en una realidad que asoma invariable- es consciente de que no continuará más allá de diciembre.
Con una tentadora propuesta de Tigres en su poder -y a 48 horas de quedar habilitado a abrir negociaciones para enero- el colombiano sabe que salir en lo inmediato sólo podría darse a través de una negociación para resarcir a River. Que es impracticable que una institución gatille los u$s 4M de su rescisión cuando a fin de año el ariete quedará libre. Pero que, a la vez, quedarse en Núñez no le garantizará un mayor nivel de continuidad del que goza actualmente (este año lleva 1.331 minutos en 27 encuentros, y seis goles).
Borja también comprende que el roce tenderá a ser nulo si Marcelo Gallardo halla en el mercado a un delantero con facilidad para presionar, asfixiar rivales, jugar rápido y asociarse fuera del área. Uno de la horma del lesionado Sebastián Driussi. Y, si bien es cierto que hasta que el Gordo vuelva el #9 que tiene más chances de jugar será el Colibrí, la coyuntura no dejará de ser incómoda.
Todo esto es parte del análisis que Gallardo deberá hacer mientras se desconecta deportivamente de lo ocurrido en los Estados Unidos. El Muñeco advirtió que su plan es “reoxigenar”. Y es tan cierto que la vorágine del calendario obliga a River a hacer foco en las negociaciones para esta ventana como que en paralelo se deberán analizar casos específicos como el de Borja. Para proyectar más allá de diciembre de 2025. Motivando a quienes les quedan sólo seis meses de contrato para que se intenten ganar un lugar en el futuro.
Los contratos que se vencerán a fin de año
Las conversaciones para prorrogar contratos que se terminan a fin de año estarán ligadas al rendimiento. En el análisis de un plantel largo y también longevo (29 años en promedio) se evaluará a futbolistas de trayectoria pero de variada performance.
Por lo pronto asoman distantes las renovaciones de Matías Kranevitter y Leandro González Pirez: mientras que el volante de 32 años sintió el rigor físico ante Inter y que en la temporada apenas tiene 315’ jugados, el defensor (33) sólo sumó 360’ en cuatro partidos y quedó rezagado en la puja con Germán Pezzella, Lucas Martínez Quarta y Paulo Díaz.
Quienes forzaron la presentación de ciertas dudas han sido Nacho Fernández (35) y Manu Lanzini (32). Y es que el Cerebro ganó terreno en la consideración y su semestre fue productivo: se ganó un lugar y sumó 722’ en 16 juegos, con dos goles y otro par de asistencias. ¿Y Manu? Está un escalón abajo: si bien tuvo acción en 14 partidos (un gol) no termina de ser una variante confiable. Y eso podría pesar.
A ese lote se agrega un Rodrigo Aliendro (34) que renovará automáticamente si mantiene su promedio de participación encima del 50% de los partidos.
No será fácil ese proceso para Gallardo. Porque el peso afectivo jugará en el balance. Tendrá que analizar, por ejemplo, cómo seguir con Pity Martínez (32): con contrato hasta 2027, si bien en los Estados Unidos volvió a sumar minutos, no logró tener un rendimiento sostenido post lesión (300’ en ocho partidos en 2025). Y también el Muñeco deberá abordar el caso Enzo Pérez: al borde de los 40, en diciembre caduca su contrato.
Él, a diferencia del resto, es una fija y clave en el andamiaje. Pero lo que el mendocino piense también jugará al momento de sentarse a hablar. Como ocurrirá con Milton Casco (37), quien cumplirá una década en el club y podría prorrogar su vínculo a fin de año en un club en el que quiere retirarse. En todos los casos, habrá que ver si River sostiene su idea de que sean los próceres los que decidan cuándo irse.
Por caso, el Muñeco a la vez tendrá que estudiar la situación de refuerzos como Matías Rojas: su cesión tiene una opción para extenderse por dos temporadas, pero en el año sólo disputó 118’ en siete partidos (un gol) producto de distintas lesiones musculares. Mientras que el préstamo de Giuliano Galoppo se diferencia en la obligación de compra fijada por objetivos. Y en que él, con altibajos, se acopló.
Administrar estas situaciones -como la de Borja- con la vara alta y sin desanimar será todo un desafío. El reto más grande.