River habrá advertido el sábado que la noción del tiempo está alterada en Vicente López. Y no sólo porque allí, en la cancha de Platense, los partidos de fútbol parecen durar bastante menos que 90 minutos: en paralelo, el CARP también trastocó los calendarios y así vio cómo el primer duelo de la temporada se jugó un 56 de diciembre de 2024.
Que se sepa, el paso de la General Paz entre Núñez y Vicente López no es un umbral espaciotemporal. En todo caso, la sensación de un año estirado que no dio vuelta la página del almanaque hacia enero del ’25 fue la que dejó un equipo que aún con nuevas caras, con un armado que despierta muchas expectativas y una pretemporada necesaria completada, todavía no termina de entender cómo resolver una ecuación cuya X sigue siendo una incógnita. Una ecuación, la que le planteó el Calamar, que además promete repetirse a lo largo del año. Porque en el fútbol argentino, para River, habrá muchos Platenses y no menos Vicentes López.
Alejado del confort del Monumental, de un campo rápido y de terciopelo, con un staff de alcanzapelotas con resortes para reanudar el juego en milésimas de segundo y con 85.000 personas empujando al equipo, el desafío para River sigue siendo lograr imponer condiciones aún cuando las mismas condiciones se presentan adversas por default. Es tan cierto que el gol out of context del equipo de Orsi y Gómez le subió el nivel de dificultad a la fase creativa del CARP por el enjambre de defensores que provocó como que River nunca supo dónde estaba la llave para abrir ese cerrojo. Y en cualquier caso lo inquietante es que se trata de un modelo de partido que indefectiblemente se replicará.
No fue, en ese sentido, una sorpresa para Gallardo: el Muñeco sabía perfectamente lo difícil que puede ser para su River un fútbol argentino en el que se juega sin espacios, en el que por muchos pasajes directamente no se juega, con más roce que en cualquier otra liga de primer orden, con rivales que rara vez le van a plantear a su equipo un enfrentamiento de ataque por ataque. Sabe que muchas veces habrá que limitarse a pelear, que ganar las pelotas divididas en estos escenarios se vuelve decisivo. Pero más allá de lograr que sus jugadores adquieran esa mentalidad necesitará, el deté, pulir un plan para ese formato en el que -ya sea porque el rival encontró un gol rápido como Tense el sábado o porque de movida juega a buscar un empate como se presume le ocurrirá casi siempre en Núñez- tenga por delante dos barreras cerradas de marcadores, como definió MG.
Un funcionamiento más aceitado se adivina como la principal herramienta: triangulaciones en velocidad, presión bien alta para que recuperar la pelota deje a los delanteros en posición de gol y lo que tantas veces durante el primer ciclo Gallardo se llamó caos ordenado para que los adversarios pierdan referencias de marca. También ayudarán, claro, la rebeldía y la impronta individual de apellidos con credenciales que exigen mejores prestaciones: en Vicente López casi no hubo jugadores que rompieran el molde con llegadas por sorpresa (apenas algunas de Montiel), slaloms para sacarse hombres de encima y abrir así nuevos mundos (algo de Lanzini) o incluso futbolistas que probaran de media y larga distancia.
El crédito, desde ya, al cabo de la primera fecha sigue abierto. Más teniendo como referencia y antecedente que a los equipos del Muñeco históricamente les llevó siempre algunas fechas agarrar lo que él tantas veces denominó velocidad crucero. El entrenador ya conoce perfectamente cuál es la ecuación a resolver para lo que viene, pero mientras River no despeje la X seguirá, también, estirando su 2024…
El empate de River contra Platense
River Plate –
Rojas empató el partido para River
Video: ESPN
Franco Armani –
Blooper de Armani y gol de Platense
Video: ESPN