El 7 de febrero de 1987, Michael Jordan voló. O eso reza el mito que se ha creado alrededor de su participación en el campeonato de volcadas del All Star Game de ese año. La estrella de la NBA nacida en Brooklyn se suspendió en el aire durante 0,98 segundos antes de imponer su jerarquía en el aro. Una especie de definición que Cristian Tarragona homenajeó en la Bombonera.
El delantero de Unión la volcó pero con el pie para hacer delirar a Leonardo Carol Madelón. Y lo hizo después de planear, picando al espacio para luego saltar buscando impactar con la suela de su botín derecho un centro muy filoso de Franco Fragapane. Y lo consiguió.
Lo peculiar fue que Tarragona, en el aire, hizo algo muy complicado: la repentización no sólo incluyó ese pique con olfato de killer sino también una rápida flexión mientras flotaba para desviar la pelota. Un tiro imposible de atajar para un Agustín Marchesin que -si bien logró rozar la redonda- no logró desviarla.
Mientras Leandro Paredes se disponía a ingresar (el volante estaba listo junto a Edinson Cavani y Juan Barinaga para entrar a la cancha) Unión logró ponerse en ventaja gracias a uno de los goles que se meterá en los compactos de fin de año. Y que tuvo un especial sabor para Tarragona.
Porque Cristian eligió a Unión como destino a pesar de que también tuvo entre sus alternativas a Gimnasia, club en el que dejó una buena imagen en su ciclo: el #25 se inclinó por el Tate por el cariño que siente por la institución santafesina. Hincha ferviente, en la cancha de Boca celebró su primer gol con la camiseta que más le tira.
Después de su “noche para el recuerdo”, la del triunfo ante Estudiantes en su debut en Santa Fe, Tarra pudo imponer su talento con una definición digna de Zlatan Ibrahimovic. Planeando como Air Jordan. Y sorprendiendo a todos en la Bombonera.
