

Tokio llega a la final definitiva del Pre Federal de básquet con la confianza que solo otorgan los partidos ganados a puro temple. El viernes por la noche, en un «Jorge R. Yamaguchi» colmado y encendido, el Japonés sacó adelante un clásico memorable ante Mitre (84-80) en tiempo suplementario, igualó la serie (1-1) y se ganó el derecho a definir hoy, desde las 20.30, en la cancha del Auriazul. Del otro lado habrá presión, historia y un rival con un plantel largo, con carácter y una idea clara.
Lucas Landi, base y uno de los conductores del equipo, sintetizó el sentir del plantel tras el partidazo, más emoción que alivio.
“El clásico es durísimo, ellos tienen un equipo larguísimo. Estábamos mentalizados en ganar para forzar el tercer juego”, confesó.
Y fue más allá al marcar el sello. “Creo que lo ganamos con huevo, corazón y una defensa ferrea. Nuestro juego nace desde ahí, después el ataque se va dando”.
Ese libreto se vio desde el salto inicial del segundo juego.
Tokio arrancó enchufado, agresivo atrás y solidario adelante. Pleszak dominó la pintura, Gómez Quintero y Tabbia lastimaron en penetraciones, Duarte castigó de afuera y Landi manejó ritmos.
El 27-15 del primer cuarto fue una declaración de intenciones. Mitre reaccionó en el segundo parcial, ajustó variantes con Acosta, Tantos y Chiabotto, y achicó la brecha, pero una bomba sobre la chicharra mantuvo al local al frente al descanso (41-36).
El tercer cuarto fue friccionado, de ida y vuelta, con menos básquet y más carácter. Pierotti y Landi intercambiaron respuestas a distancia, y el marcador quedó abierto (58-53). En el último, Mitre pasó al frente con corridas y tiros oportunos, aprovechando errores del dueño de casa. Sin embargo, Tokio no se desordenó del todo, respondió con triples claves de Duarte y Landi, y sostuvo con actitud cuando el plan se desdibujó.
El empate de Tantos a falta de segundos llevó la definición al suplementario, un territorio de nervios y piernas cansadas.
“Fue un baldazo de agua fría, había cuatro o cinco con foules, nadie tenía piernas”, reconoció Landi.
Sin Tabbia por faltas, el base asumió la conducción y el joven Barlocchi clavó un triple decisivo desde la esquina. La gente empujó como un sexto hombre.


“Eso te da una energía más. Fue una fiesta para el básquet misionero por el gran marco de publico que tuvimos con las dos hinchadas”, valoró.
Hoy, el escenario cambia pero la consigna no.
Recuperar piernas, sostener la defensa y jugar cada posesión como si fuera la última.
“Va a ser una batalla”, anticipó Landi, convencido de que Tokio puede repetir el libreto también de visitante. La final del Pre Federal se escribe esta noche. Y el “oriental” quiere que se lea con su ADN.
Para el tercer y decisivo juego, Mitre también llega con argumentos propios y la convicción de que la localía puede ser determinante. El “auriazul” cuenta con un plantel largo, con jugadores de jerarquía y experiencia en este tipo de instancias, y buscará apoyarse en ese recambio para sostener la intensidad durante los 40 minutos o más si hace falta en una final que no admite errores.
En la base y el perímetro, Mitre tiene variantes para lastimar. Tantos ya mostró su temple con el triple agónico que llevó el segundo punto a suplementario, mientras que Chiabotto y Pérez aportan gol, carácter y lectura en los momentos calientes. A eso se suma la amenaza constante de Pierotti desde el perímetro, un factor que obliga a la defensa rival a abrirse y genera espacios en ataque.
El juego interno y la solidez defensiva serán otros pilares del plan. Mitre sabe que para imponerse deberá controlar la pintura, limitar segundas oportunidades y evitar que Tokio encuentre ritmo desde temprano. La idea será llevar el partido a un trámite físico, intenso y de posesiones largas, donde la paciencia y la toma de decisiones pesen tanto como la eficacia.
Con su gente como aliada, el “auriazul” intentará hacer valer la localía desde el salto inicial. El clima de final promete un estadio colmado y empujando, un condimento que Mitre quiere transformar en energía positiva para cerrar la serie en su casa.
Fuente: Fernando Galarraga, El Territorio.


