“Cuando hablamos de construcción, un equipo no se construye de un día para el otro”. Cuando Marcelo Gallardo decidió pegar la vuelta a River y encarar su segundo ciclo, dejó dos características clave: que se subía a “un tren en marcha” y que el hincha debía ser paciente ante la falta de funcionamiento del equipo. Declaraciones lógicas teniendo en cuenta que efectivamente agarraba a un plantel golpeado y sin ideas luego del paso de Martín Demichelis y todo lo que dejó el famoso off filtrado. El problema es que, a más de un año de su llegada, no hubo demasiados cambios…
Acaso la eliminación en la Copa Argentina ante Independiente Rivadavia fue el último gran golpe que le quedaba a este River 2025, un River que se repitió constantemente y que en los momentos clave no demostró. Pero claro, ahora el equipo ya no está en construcción, es un plantel conformado por jugadores que él mismo trajo luego de hacer una inversión millonaria. Sin ir más lejos, nueve de los 11 jugadores que fueron titulares en el Kempes los trajo el propio MG.
A excepción de Nacho Fernández y Franco Armani, el resto de los jugadores llegaron a lo largo de los 446 días que lleva hasta el momento el torcido segundo ciclo del DT. Además, cabe destacar, las titularidades del volante y el arquero no se dieron por descarte, sino porque forman parte del plan principal de MG, porque si bien es cierto que el ex Gimnasia está muy lejos del rendimiento de las viejas buenas épocas, sigue teniendo esa visión que pocos jugadores tienen; mientras que si hay una razón por la que esta crisis no llegó antes es gracias al Pulpo, que salvó las papas en los octavos de final de la Libertadores ante Libertad y en los cuartos de la Copa Argentina frente a Unión, al ser determinante en las dos definiciones por penales.
Cambios que no cambian
A su vez, en este casi año y medio, y a pesar de que el equipo ya no está en construcción, Gallardo viene haciendo cambios que no dejan de ser llamativos, algo que quedó muy en evidencia en la noche lluviosa en Córdoba, con la salida de Maxi Salas como ejemplo: el jugador por el que el club invirtió 8 millones de euros y rompió relaciones diplomáticas con Racing fue reemplazado por un resistido Miguel Borja por decisión táctica.
Otra muestra de las faltas de respuestas que divisa el DT está en el hecho de que, cuando el partido se iba indefectiblemente a los penales, un pibe de apenas 19 años y con un puñado de partidos en Primera como Cristian Jaime tuvo que hacerse cargo del equipo. Y es que justamente el ofensivo fue el único incisivo, que encaró y que generó preocupación en la defensa de la Lepra mendocina. Básicamente hizo lo que tendrían que haber hecho jugadores por los que se invirtieron millones pero que en el campo de juego no aportan soluciones.
Jugadores que entran y salen
Y esto lleva a cambiar de nombres constantemente en un círculo vicioso en donde muchos no tienen el puesto asegurado y ,en lugar de rebelarse, caen en las imprecisiones crónicas que afectan al equipo. Uno que ya no está en construcción pero que sigue sin dar respuestas.






