En la primera parte de 2025 el River de Gallardo se pareció a un River de Gallardo durante apenas un puñado de partidos que no terminaron consolidando al equipo con una identidad que lo envolviera, a la que aferrarse cuando las papas queman. A esa identidad, la que tuvieron las mejores creaciones de MG, es a la que el entrenador busca llegar desde que regresó al club hace poco menos de un año. Por momentos conectó con ella este semestre, en aquel primer amistoso contra la selección de México, en el superclásico y la buena seguidilla que inauguró ese 2-1 a Boca que terminó por pincharse en la eliminación con Platense. Fue poco para la expectativa que tenía el deté, que sigue en esa búsqueda y que ahora, con un diagnóstico más claro de lo que le faltaba y lo que le sobraba a su plantel, tomó decisiones que tienen que ver con retomar esa premisa inicial: la baja del promedio de edad de su staff, la renovación de sangre con la proyección de juveniles y la incorporación de jugadores con buen pie pero sobre todo muy intensos como Salas, Portillo y Galarza Fonda van en esa línea.
Y, gradualmente, en las primeras dos fechas de este nuevo capítulo, River va dejando ver cada vez más elementos genéticos del ADN Gallardo. Mañana, cuando reciba a San Lorenzo en el Monumental, tendrá el desafío de demostrar que sigue evolucionando y sobre todo que lo que ya se vio ante el Calamar e Instituto puede encuadrarse en el orden de una tendencia. Aun con más contundencia que brillo, el CARP dejó en estos partidos iniciales otra imagen, que hizo match con buena parte del manual de estilo del entrenador: se vio un equipo más combativo para las pelotas divididas, con una intensidad creciente para desdoblar las marcas en todos los sectores del campo, con un buen resto físico también, y con una presión alta que ahora sí se ve más efectiva y constante, para la cual fue esencial la incorporación de un Maximiliano Salas que no solo demuestra ser un especialista para cumplir ese rol sino que pareció inyectarle otra energía a River y hasta contagiar a sus propios compañeros para jugar con otra fiereza.
La proyección es que con esa base, las llegadas de Galarza Fonda, un interno de buen pie pero sobre todo de muchísimo despliegue, y de Juan Portillo, un perro de presa en la posición que ocupe, profundicen todavía más este modelo.
Desde ya, River tendrá en paralelo que evolucionar en la matriz de juego con la posesión de la pelota: todavía falta esa presición en velocidad que tuvieron los mejores equipos del Muñeco, ese caos ordenado por el que los rivales dejaban de tener referencias de marca y colapsaban rápidamente. Pero así y todo, en este nuevo comienzo se advierte un CARP con un juego más directo, con una tenencia más efectiva: fueron muchos los partidos del semestre pasado en los que River tuvo demasiado la pelota sin hacer daño, mostrándose previsible cuando no rompía con la habilidad natural de Mastantuono. Pues bien, hoy FM30 ya no está y el equipo de momento no lo extraña porque comenzó a tener una mejor dinámica, aún lejos de la ideal, pero mejor dinámica al fin.
Mañana, en un clásico y contra un CASLA que promete ir al Monumental a intentar cortarle los circuitos, tendrá una prueba clave para entender si los lazos genéticos siguen de a poco tendiendo puentes con aquellos River o si la cosa llevará bastante más tiempo.