Nadie podría decir que la (segunda) salida de Enzo Pérez de Riverfue sorpresiva: el capitán, a menos de tres meses de los 40, ya sentía de otra manera el trajín, no estaba para más de 60’ por partido y quedó expuesto en el PT de aquel 1-2 con Palmeiras contra los aviones brasileños. Pero aun con ese contexto quedó picando en el imaginario riverplatense si la decisión de Gallardo de no renovarle al mendocino fue acertada.
En buena parte, por contraste con las prestaciones de sus compañeros y particularmente de los dos que, en distintos momentos del semestre, ocuparon su lugar: Juan Carlos Portillo y Kevin Castaño, que falló cada vez que fue al eje y que ni siquiera rindió como doble pivot. La imagen final del pésimo año de River es elocuente: la salida de EP para el ingreso del ex Talleres (y, fatalmente, de Galarza) coincidió con la arremetida final de Racing, algo que había sucedido a la inversa en 2024, cuando Eduardo Domínguez sacó a Enzo en la Supercopa que River le terminó dando vuelta a Estudiantes.
Kevin Castaño falló cada vez que fue al eje y que ni siquiera rindió como doble pivot. (Prensa River).Es una escena más para la novela de un lugar del campo que hace rato es un karma en Núñez. Este lunes, como parte del guion, Santiago Sosa, con su máscara de Batman, fue la figura del equipo de Costas que sepultó la temporada de River. Un Sosa que en tiempos de Demichelis quiso volver al club del que es hincha y fue ninguneado, según él, por un ex compañero (al guionista: ¿fue Ponzio, justo otro número cinco, quien no le atendió el teléfono?).
Un puesto en el que desfilaron Kranevitter, Villagra, Fonseca, Peña Biafore (repescado por MD, despachado por MG), ahora el propio Pérez y con refuerzos fallidos en Portillo y Castaño. Decenas de millones de dólares después, River debe salir otra vez a buscar un volante central. ¿Estuvo bien que se fuera EP? Lo seguro es que ahora el club ya no puede fallar: el refuerzo elegido deberá ponerse la camiseta y rendir.
Enzo Pérez en el Amalfitani (prensa CARP).
