
La cancha, el lugar sagrado para Rubén Magnano (Foto: Marcelo Rodríguez, El Territorio)
Da unos pasos y da indicaciones. Los jóvenes jugadores lo escuchan, lo miran, le prestan toda la atención posible. Tratan de aprender de uno de los entrenadores más importantes de la historia del básquet argentino.
Rubén Magnano recorre el parquet del estadio Jorge Yamaguchi, el mismo en el que hace 30 años logró el ascenso con Luz y Fuerza a la Liga Nacional. La cancha tiene otra disposición. El club creció, pero sigue siendo el mismo lugar, ese mismo lugar en el que Magnano reconoció hace algunos años “empezó a aflorar” el entrenador.
El cordobés venía de buenas campañas con Atenas, de ser campeón, pero todo cambió en medio del Mundial 1994 y aceptó la propuesta del equipo misionero. Logró el ascenso y lo dirigió en la Liga Nacional. Los caminos para ambos fueron distintos, pero Magnano guarda un gran recuerdo de Posadas. Recuerdos que volvieron con más fuerza en los últimos días que el entrenador recorrió la capital misionera.
“Los recuerdos te alimentan un montón de cosas y te ponen en situación de encontrarme con mucha gente que hacía muchísimos años no veía, gente que llevo muy dentro mío, te diría queridos amigos”, expresó el entrenador que desde el jueves y hasta hoy dicta un campus para jugadores de 8 a 19 años.
“Esta posibilidad que tiene el deporte de ponerte en situaciones de este tipo es sumamente grata y agradezco la posibilidad que se abre a partir del club Tokio, que hace este evento, pero creo que la comunidad toda se ha acercado, los chicos de diferentes clubes, estamos viviendo un momento interesante. Yo me siento muy complacido de una cantidad de pequeñas cosas, afortunadamente”, destacó el cordobés.
Hace un año y medio Magnano dejó de dirigir. Le puso punto final a su carrera como entrenador. Carrera que lo puso en lo más alto con el oro en Atenas 2004 y que lo llevó a dirigir a selecciones como Brasil. Carrera que lo hizo conocido y reconocido. Pero estar dentro de una cancha sigue siendo algo especial.
“En la cancha me siento pleno, pleno. Con esto de dejar de dirigir, recupero un poco tal vez la esencia misma del profesor de educación física, de las clases, aquellas clases de educación física en los diferentes niveles. He pasado por todos los niveles, o sea que no es extraño para mí, pero repito, la emoción es muy gratificante, muy gratificante”, valoró.
El campus por el 75° aniversario de Tokio estuvo marcado por el trabajo intenso dentro de la cancha para Magnano, su equipo y, sobre todo, los jugadores, pero por muchos reencuentros fuera del parquet.
El cordobés llegó a una ciudad que nada tiene que ver con la Posadas de hace 30 años, esa que recorría día a día. “Hermosa, creo que el título es hermosa. La verdad que desconozco (a la ciudad) totalmente, parece que estuviese en otra ciudad, pero hermosísima”, aseguró el entrenador.

La cancha, el lugar sagrado para Rubén Magnano (Foto: Marcelo Rodríguez)
Posadas, un cambio para Magnano
“En lo profesional siempre pongo de referencia a Luz y Fuerza. Fue un punto de inflexión en mi carrera. La imagen del entrenador cobró una real importancia. Yo no dejé de ser lo que era, sino que estaba un poco minorizada esa imagen de entrenador por los grandes nombres que había tenido en Atenas, pero a mi eso no me afectaba en lo absoluto. Aprendí a convivir con eso, pero en Luz y Fuerza cobró importancia (la imagen del entrenador), incluso en responsabilidad, y para mí fue un crecimiento muy grande que tuve en los dos años que estuve ahí”, analizó Magnano hace un par de años en un mano a mano con El Territorio.
Ese logro, ese ascenso, marcó una época para el deporte de la tierra colorada. “Yo creo que se fue despertando la magnitud (del logro), porque creo que fue un representativo provincial”, expresó Magnano.
“Venía gente de todos lados, incluso de provincias vecinas y acá se colmaba el estadio y fue muy representativo. Yo también lo tengo de esa manera, con mucho orgullo”, recordó sobre su paso por el club misionero.
Hoy, OTC marca el rumbo del básquet en la Liga Nacional. “El básquet con Oberá está presente dentro de la provincia, que eso es importantísimo, es una vitrina vital”, destacó el entrenador cordobés y se ilusionó con un equipo posadeño un escalón más arriba: “Por lo que veo hay muchas ansias de hacer cosas, de ir creciendo. Creo que solamente por la calidad de ciudad en la que me he encontrado abre puertas al deporte sin lugar a dudas”.
Hoy Magnano cerrará su campus en el Tokio, ese mismo escenario en el que hace 30 años logró el ascenso con Luz y Fuerza a la Liga Nacional y que marcó un antes y un después en su carrera como entrenador.
Fuente: Diego Vain, El Territorio.


