Aunque no es una final, como se plantea cada 90 minutos por venir para algún otro rival, en el caso de River el de mañana en Santiago del Estero es bastante más que un simple partido.
Y no solo porque debe afrontar un cruce en el que el morbo de la derrota superaría por escándalo a la naturalidad de un triunfo: también, y antes que todo, porque a Marcelo Gallardo se le presenta el desafío heredado de superar su propio Rubicón, los deciseisavos de la Copa Argentina, una instancia casi vergonzante para el poderío de River. Un reto que, aunque hoy parezca chiste, no pudo pasar en las últimas dos ediciones de este torneo con Martín Demichelis como deté.
Si Talleres aprovechando la resaca del campeón del Apertura 2023 fue un tropezón en medio de los mareos que había provocado la vuelta olímpica, Temperley generándole el absurdo de una inconcebible derrota en los penales fue el preludio del triste final para el sucesor -y a la vez antecesor- del Muñeco después de las filtraciones que derivaron en el quiebre del vestuario.
Dejar en el camino a un San Martín de Tucumán que acaba de cambiar de DT, que apenas logró cuatro de los últimos 15 puntos en la Primera Nacional y que está a tres puntos del líder de su zona debido a una caída en picada en el último mes, en este contexto es muchísimo más que una obligación para el River de los millones: es, sin dudas, el único resultado posible para el equipo al que la mayoría del ambiente considera el gran candidato a ganar el Clausura. El que se prepara con toda su energía, incluso, para intentar levantar la esquiva quinta Libertadores.
Aun sin la posibilidad de contar con Maxi Salas, Lucas Martínez Quarta y un Sebastián Driussi al que se le demoró el alta, al CARP le sobran variantes para establecer en el juego la abismal diferencia que hay en la valuación de sus planteles. Porque, vamos, aunque resulte imposible ser 25,2 veces mejor en el rendimiento, esa contrastante distancia en las cotizaciones de sus nóminas (u$s 126 millones versus u$s 5 millones) al menos tendría que notarse en la producción futbolística. De lo contrario, y sin menospreciar a un rival que tendrá la motivación que supone el debut de Mariano Campodónico en el banco en reemplazo de Ariel Martos, habrá tenido una muy mala noche.
Con la decisión de tirar lo mejor que tiene en cancha en una semana larga y empezando a pispear en el horizonte el primer encuentro trascendental de esta segunda parte del año, el del 14 de agosto contra Libertad por la ida de los octavos de final de la Copa, Gallardo llegará al Madre de Ciudades con un equipo descansado, en crecimiento y motivado después de un promisorio mercado de pases.
Su única (y no menor) preocupación es la mala racha con las lesiones de rodilla que le dejó out a dos de sus habituales titulares. Por lo demás, su River afronta un agosto que puede resultar determinante en sus objetivos con el ánimo arriba, lo que se reflejó en un entrenamiento de jueves en el Camp en el que el Muñeco se divirtió a full trabajando con sus jugadores.
Su colega, en cambio, pasó la semana adaptándose a su flamante criatura y, pese a que cinco prácticas fueron todo su background antes de salir a escena frente a un monstruo de una categoría superior, no se amilana. “Me gusta ser ofensivo y pensar en el arco rival. Que mi equipo sea corto y agresivo. Porque cuanto más tiempo estemos en el campo rival, más lejos van a estar de nuestro arco”, se planta Campodónico en su discurso, acaso maquinándose con que su San Martín tucumano se convierta en el Talleres o el Temperley de los años anteriores.
Pese a que no es suyo este pagaré, a Napoleón le toca levantarlo. Y lograr que mañana, su equipo consiga cruzar el Rivercón…