La última vez que enfrentó a River, Sebastián Villa calentó el final con su típico bailecito de festejo de gol y la representación de los disparos de un arma apuntando a los hinchas del Millonario. Ese gesto derivó en insultos, empujones, piñas al aire y Pity Martínez, sacado, lo quiso agarrar de atrás cuando bajaba las escaleras del Malvinas Argentinas rumbo al vestuario. Ese bochornoso cierre grafica a la perfección la rivalidad mutua, que sumará un nuevo capítulo en el Kempes. Porque ser un ex Boca, autodefinido como “100% Bostero” le agrega picante a cada duelo frente a los jugadores del Millonario, club que es la víctima favorita del colombiano no sólo por su pasado sino también porque es al que más le convirtió en su carrera (4), junto con Aldosivi.
Desde aquella Copa Maradona 2021 en la que anotó el empate (2-2) en la Bombonera a pocos del final, pasando por el penal que no pudo sacar Franco Armani un par de meses después para una nueva igualdad 1-1 y el grito en el Monumental (2022) tras el recordado error -u horror- de Leandro González Pirez al intentar cubrir la pelota que derivó en el triunfo del equipo de Sebastián Battaglia, cada gol de Villa a River con la camiseta azul y oro amargó a Marcelo Gallardo. Un Muñeco que antes de sufrirlo en los superclásicos estuvo cerca de tenerlo entre sus filas.
El nacido en Bello es uno de los pocos procesos inversos de la tendencia en los últimos años de jugadores que estuvieron en el radar de Boca y finalmente terminaron en Núñez. Con Galoppo y Matías Rojas más cercanos en el tiempo, extensa lista que incluye a Colidio, Scocco, Pinola, Casco, incluso Armani y hasta Juanfer Quintero, en el caso de Villa, al igual que Marcos Rojo, terminó inclinándose por pasar a Boca, donde hizo 29 goles en 172 partidos hasta su conflictiva salida.
A pesar de que MG lo analizó a fondo cuando le entregaron su portfolio allá por 2020 para que analizara una posible contratación, aún no ha encontrado la receta para neutralizarlo en sus dos ciclos en el CARP, ni con Boca ni en Independiente Rivadavia. Y en un contexto en el que River viene de conseguir sólo tres vallas invictas en los últimos 10 partidos y que aún no ofrece máxima seguridad defensiva más allá del alza en el rendimiento de Martínez Quarta y la consolidación de Rivero, la presencia del cafetero en las semis de la Copa Argentina eleva los niveles de alerta.
Ya no recostado sobre la banda y con un juego más centralizado como segunda punta en el habitual 4-4-2 de Alfredo Berti, Villa suele ser la punta de lanza de un equipo que apuesta a veloces contragolpes justamente por los atributos y virtudes de su capitán, lo que obligará a Gallardo a ajustar tuercas en la ubicación de los zagueros en fase de ataque y en el retroceso ante desajustes que, por ejemplo, quedaron a la vista en cuartos frente a Racing.
A pesar de ser el máximo goleador de IRM con seis goles en 2025, sus ocho asistencias en 33 encuentros forman parte de su doble rol de jugar y hacer jugar a sus compañeros, pasando por sus pies cada ataque del conjunto mendocino.
La cordial relación con Gallardo que se manifestó en un abrazo en la previa del último enfrentamiento, en parte por haber sido compañeros de su hijo Nahuel, no será suficiente para revertir los silbidos que preparan los simpatizantes millonarios ante cada intervención. Porque en una semana en la que quedó absuelto en su causa por abuso sexual (en 2023 recibió una pena de dos años en otra por violencia de género), será el gran personaje de la semifinal, donde buscará estirar su sana costumbre de ser Villa…no de River.




