Al hacer el balance del año, Marcelo Gallardo tiene muchas cifras que analizar. El color que predomina es el rojo, sinónimo de déficit, y para 2026 necesitará ajustar las cuentas. En lo futbolístico, comenzó el año reduciendo el plantel con la salida de históricos; en lo económico, salió al mercado con un presupuesto más acotado. Pero más allá de la pelota y los billetes, hay otro aspecto clave que merece revisión: la gran cantidad de lesiones, un karma que afectó a River en 2025 y una de las razones principales por las que el equipo nunca pudo fluir.
Para Gallardo, el armado del rompecabezas fue un problema constante. Nunca pudo completarlo y no por falta de tiempo, sino por la dinámica frustrante de encontrar una pieza y, al mismo tiempo, perder otra. En total, el Muñeco lidió con 36 bajas entre problemas físicos y afecciones a lo largo de la temporada, con idéntica cantidad en ambos semestres (18). Una inestabilidad que comprometió la planificación diaria.
Las alarmas se encendieron rápidamente. Los dos primeros meses de competencia comenzaron con diez bajas, de las cuales seis fueron desgarros y cinco de estos ocurrieron de forma consecutiva en apenas 15 días (Quarta, Driussi, Montiel, Colidio y Kranevitter). Las continuas ausencias en un marzo fatal (ocho players out) obligaron a Gallardo a remarcar que “los jugadores están expuestos a las lesiones”, siendo enfático ante las críticas: “No es un error nuestro, nuestra metodología suele ser precisa en cuanto a las cargas”.
Lo cierto es que los problemas musculares fueron una constante, registrándose al menos uno por mes. Se destacó el caso extraño de Matías Rojas, quien tuvo tres ingresos a la enfermería habiendo sumado apenas 118 minutos en cancha, mientras que la lista de pacientes con más registros fue encabezada por Driussi y Montiel, con cuatro cada uno, aunque con historiales médicos diferentes.
El goleador del año no volvió a ser el mismo tras el esguince severo del ligamento interno del tobillo izquierdo en el Mundial de Clubes. Luego de casi dos meses de minuciosa supervisión, sufrió un desgarro en el bíceps femoral. Completó los 21 días previstos sin apurar los tiempos, pero una distensión en la misma zona lo marginó otra vez.
Para Cachete, lo que parecía una recuperación express se transformó en una demora. Su veloz primera recuperación de un desgarro en el bíceps femoral (nueve días) culminó en un desprendimiento en la cicatriz. Además, su decisión de jugar el último superclásico sin estar al 100% de un esguince leve lo obligó a completar la recuperación contra Vélez, impidiéndole estar pleno ante Racing.
Otros contratiempos incluyeron la sinovitis de Paulo Díaz, la tendinopatía rotuliana de Maxi Meza y el esguince distal del ligamento colateral medial izquierdo de Salas (que lo dejó fuera de los octavos de la Libertadores). Aunque MG lamentó especialmente las graves lesiones de Pezzella y del juvenil Costantini, ambas roturas del ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda. Una maldición que incluyó los siete puntos de sutura que recibió Enzo Pérez en cancha de Palmeiras por un corte profundo en la rodilla izquierda.
Entre problemas musculares, fracturas, accidentes y reincidentes (como Giuliano Galoppo, quien tardó 34 días en superar una distensión y sintió una molestias en la cicatriz al volver), River terminó el último semestre con prácticamente la misma cantidad de goles a favor (20) en el Clausura que de bajas.
¿Es producto del calendario cargado de y la falta de pretemporada a mitad de año por el MdC? ¿Es la intensidad extra que demandan Gallardo y el club? ¿O una mala racha? Esta es la respuesta que deberá encontrar MG en medio de una reestructuración donde necesitará, más que nunca, jugadores sanos. Y por eso, los trabajos de base que empezarán en una semana serán decisivos…




