Todo comenzó en el año 2019, cuando Marcelo Benítez, presidente del Club Náutico San Ignacio Kayak, se acercó a Germán Acosta con una idea que parecía sencilla, invitar a los chicos de la comunidad mbya guaraní Tava Miri a conocer el club y participar de las actividades acuáticas. Germán, docente de lengua y cultura mbya en escuelas de modalidad intercultural bilingüe, no lo dudó. Habló con las madres de los chicos, organizó el primer encuentro y así, a la orilla del Paraná, con nervios y mucha curiosidad, dieron sus primeras paladas.
“Fue todo nuevo para ellos. Nunca se habían subido a una piragua, ni conocían un kayak. Algunos me preguntaban por qué eran tan largas, otros pensaban que era como una canoa para muchas personas. Todo era aprendizaje, descubrimiento”, recordó Acosta. Ese primer contacto fue tan transformador que decidió ir más allá, en 2021 se formó como instructor y se convirtió en el primer mbya en obtener ese título dentro del club.
Desde entonces, la escuelita de kayak se consolidó como un espacio comunitario de encuentro, inclusión y formación deportiva. Cada semana, entre 15 y 20 chicos y chicas de diferentes aldeas, Tava Miri, Coquereí y otras cercanas a San Ignacio, se acercan al club para entrenar, compartir una merienda y vivir el río como un espacio propio. La propuesta es gratuita y abierta a todas las edades, incluso desde los cuatro años, siempre acompañados por sus familias.
Lo que se gestó a pulmón, con esfuerzo y voluntad, hoy es un verdadero proyecto de integración que cuenta con el apoyo de toda la comisión del club. No solo se trata de enseñar a remar, se trata de generar comunidad, confianza y sentido de pertenencia. “Yo siempre les digo que este club es también su casa. Nos abrieron las puertas, nos acompañan y apuestan a que los chicos aprendan y crezcan en este deporte”, afirmó Acosta.
Pero además de entrenar, los chicos compiten. Ya participaron en regatas organizadas en Posadas y otras localidades, y este sábado 2 de agosto será una jornada especial, por primera vez, representantes de la comunidad Coquereí participarán en la tercera fecha del Campeonato de Maratón de Canotaje León Seró, en la Playa del Sol de San Ignacio. Y el domingo 3, otros palistas se enfrentarán al gran desafío, remar los casi 50 kilómetros que separan San Ignacio de Posadas, en dos etapas exigentes que integran la maratón principal del calendario.
“La competencia les entusiasma mucho. Apenas se enteran que se acerca una fecha, me escriben todos los días, ‘Profe, ¿cuándo entrenamos?’. Me emociona ver ese compromiso. Se entrenan con seriedad, con esfuerzo, y disfrutan cada paso. Algunos ya subieron al podio. Mi hija, por ejemplo, venía ganando siempre y en la última regata salió segunda, volvió algo triste, pero le expliqué que perder también es parte del camino. Lo importante es seguir”, contó Germán Acosta, que además de instructor es padre de algunos de los chicos que compiten.
La escuelita no es solo un semillero de atletas, sino también una forma de acercar nuevas experiencias a quienes pocas veces tienen acceso a este tipo de prácticas. “Para muchos, el kayak es algo que solo ven de lejos, desde la costa. Pero hoy no solo reman, sino que se forman, se preparan para competir, aprenden sobre resistencia, técnica, trabajo en equipo y eso los hace mejores personas. Verlos avanzar me da esperanza”, comentó.
Germán insiste en que este es solo el comienzo. Ya son más de 20 los chicos involucrados, y la convocatoria sigue creciendo. Hay competencias internas, amistosos entre comunidades, y una red que se expande con cada remada. “Yo invito a todas las aldeas a que se acerquen. Que manden a sus chicos. Esto es gratuito, inclusivo, formativo. Y lo más lindo, es nuestro. Porque el río también nos pertenece”.
En tiempos donde el deporte a menudo se asocia al alto rendimiento y la competencia, la experiencia del Club Náutico San Ignacio Kayak demuestra que también puede ser una herramienta de inclusión, de identidad y de comunidad. En cada remada, los jóvenes mbya no solo avanzan sobre el agua, también navegan hacia un futuro con más oportunidades, más orgullo y más voz.
Fuente: Fernando Galarraga, El Territorio.